lunes, 10 de febrero de 2014

CALLEJÓN VIRGEN DE LA SOLEDAD




El Callejón de la Soledad comienza en la calle Real y termina en Pérez Galdós.


Fotografía publicada en el libro "Calles de la Isla", finales de la década de los ochenta del siglo XX.En esta época aún formaba parte de la calle San Pedro Apóstol, siendo su primer tramo.


Rótulo situado en la fachada lateral de la Iglesia Mayor, a la entrada de la Calle de la Soledad, que es la denominación oficial aunque el azulejo esté rotulado con el texto que vemos en la imagen.


Azulejo de la Virgen de la Soledad, de Alfonso Berraquero.


Imagen de esta calle mirando hacia la calle Real, lo que vemos al fondo es la Plaza de la Iglesia.


Torre de la Iglesia Mayor a la derecha de la fachada principal, vista de esta calle.


Vista de la calle en su totalidad. Es un solo tramo que se corresponde con el lateral de la Iglesia Mayor.


Rótulo situado junto al local de la Hermandad de la Soledad.


Al lado del local de la Hermandad se encuentra el Almacén de la misma en cuya fachada figura el año de su fundación. Nuevamente denunciamos la colocación del cableado, o más bien la no colocación.


Antiguo campanario situado en la parte trasera de la Iglesia Mayor.

La denominación actual de esta calle fue aprobada el 29 de abril de 1997, con el nombre de Calle de la Soledad, aunque, como ya hemos comentado, el rótulo que hemos visto ponga Callejón Virgen de la Soledad.

Esta calle ha formado parte de San Pedro Apóstol y se ha conocido también como Calle del Óleo o de La Iglesia Mayor.
En 1931 tuvo la denominación de Eduardo Benot.


La calle está dedicada a la Virgen de la Soledad que tiene su sede canónica en la Iglesia Mayor. Es una imagen de autor desconocido. Data de finales del siglo XVII. Estilo barroco granadino. Mide aproximadamente 1,55 cm. Ha sido restaurada en varias ocasiones. Destaca la palidez de su rostro.
La imagen estuvo concebida con las manos juntas, desde 1939 las presenta separadas. Este juego de manos fue elaborado por el escultor gaditano D. Miguel Lainez, que ese mismo año restauró las pestañas y las lágrimas.




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