La Plaza Manuel de la Puente se encuentra a mano izquierda de la calle San Marcos, en los terrenos del Zaporito. Esta plaza fue urbanizada junto a la restauración del Molino de Mareas del Zaporito que es uno de los cinco molinos con que contaba la Isla, los otros cuatro eran, el Molino de San José, el de Caño Herrera, el de Ntra. Sra. de la Concepción y el Molino de Colarte.
La Plaza Manuel de la Puente es diáfana contando con pocos elementos en su urbanización.
El Molino de Mareas que se encuentra en sus aledaños es un lugar emblemático de la ciudad.
Imagen de la plaza desde la esquina donde estuvo la hermosa casa cuya foto aparece más abajo y que fue derribada. Fotografía tomada antes de la edificación del Bar "La Ceterilla".
En el año 2015 se está construyendo lo que en principio se ha denominado como un quiosco.
El Bar "La Ceterilla" fue inaugurado el día 2 de julio de 2015.
Esta hilera de sencillas casas es de lo poco que se conserva de aquellas viejas construcciones que rodeaban el Muelle del Zaporito, y en el mes de julio de 2015 se ha derribado el edificio que queda detrás de las mismas, una carpintería que tenía su entrada por la calle San Marcos. A continuación podemos ver algunas fotos del solar que ha quedado.
Fotografía de la casa derribada en la calle San Marcos, usada como carpintería.
Imagen de la plaza desde la calle San Marcos. Con el nuevo quiosco que se está edificando ya no es posible esta vista del molino.
Rótulo de la Plaza Manuel de la Puente apenas perceptible.
PLAZA MANUEL DE LA PUENTE “ALVAREZ y CAMPANA” . Su nombre se propuso por primera vez el día 24 de enero de 1896 , y de nuevo el día 28 de febrero de 1896. Aparece citada en el padrón de fincas isleñas, entre los años 1801/1862 como Albina del caño del Saporito.
Ocupa parte de la zona de la Albina del Zaporito.
Aquí estuvo el Muelle del Zaporito y la Casa de Baños.
Anuncio de Baños de Mar del Zaporito.
Fachada delantera del Molino de Mareas del Zaporito.
Su nombre le viene del caño donde se
encuentra ubicado. El molino de mareas fue un ingenio tecnológico de una
enorme importancia en la economía de la Bahía de Cádiz. Estos molinos
aprovechaban la fuerza de las mareas, como fuente de energía inagotable,
para hacer girar las piedras y realizar la molienda, normalmente de
trigo, aunque también molían otros cereales.
Durante mucho tiempo popularmente se creyó que el nombre del barrio de Zaporito debía su origen a San Hipólito que había sufrido una complicada derivación fonética. Se pensaba que la peculiar forma del habla de aquí era la causante de semejante evolución.
Pero esto de ningún modo es cierto, porque del apellido Saporito, de origen italiano, escrito con S-, se tiene constancia desde el siglo XIII. Está relacionado con el adjetivo saborido que en italiano significa gracioso, sabroso. Y aquí fue introducido por Juan Domingo Saporito y conservado y extendido por sus descendientes.
Pero es verdad que la forma de hablar andaluza es peculiar, y probablemente desde el primer momento se pronunció /Zaporito/, de la misma manera que Suaso y Cambiasso se pronunciaban /Zuazo / y /Cambiazo/, apellidos todos que con el paso del tiempo acabaron escribiéndose como se pronunciaban: Zaporito, Zuazo y Cambiazo.
Embarcadero
Casa que estuvo situada en la esquina del Zaporito, cerca del Molino de Mareas, y que fue demolida, es la casa a la que antes nos hemos referido.
La construcción del caño del Zaporito
Cuando La
Isla contaba con apenas 300 habitantes, Juan Domingo Saporito, caballero
genovés de noble cuna, llega a Cádiz donde se establece, llega a ser
Administrador de Aduanas, y se compra una gran finca que comprendía los
terrenos que se extiende desde la Alameda Moreno de Guerra hasta el caño de
Sancti Petri y desde la calle Santísima Trinidad a la calle Dolores.
Juan Domingo Saporito fue un hombre de
negocios con una gran visión de futuro, pues supo aprovechar la importancia que
a principios del s. XVIII tenía el caño de Sancti Petri como vía natural de
comunicación entre Chiclana y San Fernando.
Cuando la
Casa de Contratación del Comercio con América pasó a Cádiz, la ciudad se llenó
de comerciantes, posaderos, mesoneros y toda clase de gente que quería
aprovechar el momento para enriquecerse. Llegaron franceses, belgas,
holandeses, portugueses, italianos y entre ellos llegó el genovés Juan Domingo
Saporito, venido a Cádiz como tantos otros al olor del dinero que circulaba por
las calles gaditanas. Se hizo rico, muy rico. Ocupó un cargo muy importante y
se compró un terreno en la Isla, como casi todos los ricachones de Cádiz.
Esta finca lindaba con el caño de Sancti Petri que era una excelente vía de comunicación entre La Isla y Chiclana. Por tanto con fines también comerciales, Juan Domingo Saporito construye un embarcadero y un caño menor hasta el gran caño de Sancti Petri. Él lo construye, él lo paga. Por tanto, se trata de su caño, es decir, del caño de Saporito, como el Campo de Soto o la Casería de Osio, que se conocen en la Isla por los nombre de sus propietarios.
Por el caño de Sancti Petri circulaban las embarcaciones cargadas de pescado, sal, arena etc. Por este motivo Juan Domingo decidió construir un canal que uniera el embarcadero de su finca con el mencionado caño, y con este motivo el 14 de noviembre de 1711 firmó un contrato con Juan de la Cueva, Diego de Molina entre otros, para realizar las obras. Este canal será llamado luego caño como otros de la zona, por ser artificial y llevar agua de mar.
Como consta en el documento de contratación de la obra, el caño se extendía desde la Puerta de la Albina (hoy San Marco) hasta el caño del río de la Villa de Chiclana de la Frontera, que va al Puente de Zuazo. Tenía una anchura de diez varas y de fondo tres. Pagó la vara cúbica de dragado a razón de 18 maravedíes de vellón. Teniendo en cuenta que una vara eran 836 centímetros, el caño debió tener por entonces una anchura de 8,360 metros y una profundidad de 2,508 metros
Esta finca lindaba con el caño de Sancti Petri que era una excelente vía de comunicación entre La Isla y Chiclana. Por tanto con fines también comerciales, Juan Domingo Saporito construye un embarcadero y un caño menor hasta el gran caño de Sancti Petri. Él lo construye, él lo paga. Por tanto, se trata de su caño, es decir, del caño de Saporito, como el Campo de Soto o la Casería de Osio, que se conocen en la Isla por los nombre de sus propietarios.
Por el caño de Sancti Petri circulaban las embarcaciones cargadas de pescado, sal, arena etc. Por este motivo Juan Domingo decidió construir un canal que uniera el embarcadero de su finca con el mencionado caño, y con este motivo el 14 de noviembre de 1711 firmó un contrato con Juan de la Cueva, Diego de Molina entre otros, para realizar las obras. Este canal será llamado luego caño como otros de la zona, por ser artificial y llevar agua de mar.
Como consta en el documento de contratación de la obra, el caño se extendía desde la Puerta de la Albina (hoy San Marco) hasta el caño del río de la Villa de Chiclana de la Frontera, que va al Puente de Zuazo. Tenía una anchura de diez varas y de fondo tres. Pagó la vara cúbica de dragado a razón de 18 maravedíes de vellón. Teniendo en cuenta que una vara eran 836 centímetros, el caño debió tener por entonces una anchura de 8,360 metros y una profundidad de 2,508 metros
Más tarde
en 1789 Gaspar Molina y Zaldívar, III Marqués de Ureña y IV Conde de
Saucedilla, realizaría reformas en él, pues lo que hasta entonces existía, más
que un muelle, era un embarcadero.
El mencionado Marqués era bisnieto de José Micón, rico comerciante también genovés y afincado en Cádiz, quién en 1717 compró a Domingo Saporito la finca que tenía en la Isla.
Esta fue una más de las obras que, este arquitecto, ingeniero, pintor, poeta y viajero gaditano de la Ilustración, Gaspar Molina y Zaldivar realizó en la Isla, ya que él mismo fue el diseñador de los planos del Real Observatorio de la Armada, y dirigió las obras de la Población militar de San Carlos, construyendo el puente de Ureña y la Iglesia de la Purísima Concepción, luego Panteón de Marinos Ilustres.
Su hijo, el IV Marqués de Ureña, Manuel Molina y Tirry, en 1819 realizó nuevas obras en el muelle heredado de su padre. Como testimonio de ellas se ha conservado una lápida con la siguiente inscripción:
En Mayo de 1819 se reparó esta muralla de la pertenencia del molino y se construyó en ella el muelle a expensa de su dueño E(L) M(arqués de) U(reña).
Está lápida se conserva en el Museo Histórico Municipal de San Fernando.
El mencionado Marqués era bisnieto de José Micón, rico comerciante también genovés y afincado en Cádiz, quién en 1717 compró a Domingo Saporito la finca que tenía en la Isla.
Esta fue una más de las obras que, este arquitecto, ingeniero, pintor, poeta y viajero gaditano de la Ilustración, Gaspar Molina y Zaldivar realizó en la Isla, ya que él mismo fue el diseñador de los planos del Real Observatorio de la Armada, y dirigió las obras de la Población militar de San Carlos, construyendo el puente de Ureña y la Iglesia de la Purísima Concepción, luego Panteón de Marinos Ilustres.
Su hijo, el IV Marqués de Ureña, Manuel Molina y Tirry, en 1819 realizó nuevas obras en el muelle heredado de su padre. Como testimonio de ellas se ha conservado una lápida con la siguiente inscripción:
En Mayo de 1819 se reparó esta muralla de la pertenencia del molino y se construyó en ella el muelle a expensa de su dueño E(L) M(arqués de) U(reña).
Está lápida se conserva en el Museo Histórico Municipal de San Fernando.
Lápida de
las obras del IV Marqués de Ureña, Manuel Molina
Marea alta
Marea baja
Cuando la marea está baja podemos ver los arcos bajo el Molino de Mareas.
Antigua postal del Muelle del Zaporito en el año 1910.
Fachada trasera del Molino de Mareas en la que figura un reloj de sol.
Vista del Caño Zaporito y Molino de Mareas a principios del siglo XX.
Vista del Caño Zaporito y Molino de Mareas hoy día.
Detalle ampliado de la foto anterior.
Al fondo la Plaza Manuel de la Puente y la calle San Marcos.
A la derecha tenemos parte del puente que cruza el Caño del Zaporito y al fondo la prolongación de la calle Santiago cuyo recorrido se ve interrumpido por el almacén de materiales de construcción que se encuentran en la calle San Marcos.
El Molino de Mareas y construcciones que se adosaron a su antiguo edificio.
Eran los candrays y los faluchos dos tipos de embarcaciones muy utilizadas en la Isla. Muchos de ellos pasaron por esta pequeña atarazana.
Barco cargado de sal.
En esta antigua fotografía vemos las casas que rodeaban esta zona, casi todas desaparecidas.
Imagen de Google maps.
Vista aérea del Molino de Mareas del Zaporito antes de su remodelación. En la imagen podemos ver que el caño había sido cubierto de tierra y servía de aparcamiento. (año 2009)
Imagen de Internet
Imagen de Internet
Imagen de Internet
Tres vistas del Molino del Zaporito en sus últimos años antes de ser restaurado.
Fotografía de Juan Espinosa.
Imagen de Internet
Foto firmada por su autor.
Imagen de Internet
Fotografía del Molino del Zaporito y Monumento de la Rotonda de Pérez Llorca, dedicado al Duque de Alburquerque.
Aspecto que presentaba el año pasado el cartel explicativo de la Recuperación del Molino del Zaporito y su entorno. Con fecha de hoy, 18 de marzo de 2014, estaba aún en peores condiciones, totalmente ilegible.
No dejamos de sorprendernos ante la falta de civismo y de educación que nos rodea.
Placa colocada en la fachada del Molino junto a la puerta de entrada.
Puerta del Molino del Zaporito.
Con la marea alta los arcos de la parte baja del molino quedan sumergidos.
En la zona verde que rodea el Molino del Zaporito se han colocado dos de la piedras de moler que tuvo el molino cuando estaba funcionando como tal.
Vista del Molino y alrededores desde la Rotonda Pérez Llorca.
En esta imagen del Güichi de Carlos tenemos una vista aérea de la zona en la que podemos ver el caño del Zaporito, parte del Paseo de la Magdalena, y a la izquierda en la parte alta tenemos el Molino restaurado. El puente que cruza el Caño del Zaporito pertenece a la Avenida San Juan Bosco.
Los datos que acompañan las fotografías de esta entrada han sido obtenidos en el Diario de Cádiz, de una entrevista a Elena Martínez Rodríguez de Lema, historiadora isleña.
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