Calle Daoiz
Es una calle corta, que comienza al final de la calle Cervantes y termina en Sánchez Cerquero, frente a una original casa con jardín con portada enrejada. De características similares hay otra casa en la calle General García de la Herrán, donde tenía su bufete y vivienda el abogado don Francisco Luna.
La calle tiene poco que destacar y uno de sus tramos, el que queda detrás del edificio de la pescadería, está ocupado por una de las rampas del aparcamiento subterráneo que se construyó bajo el Mercado Central.
Hasta hace unos 40 años hubo un colegio, que comenzó siendo para niñas aunque con el paso del tiempo se admitieron ambos sexos, claro que separados en distintas aulas. La dirección de esta escuela estaba a cargo de doña Manuela Martínez Chamorro. Primero estuvo situada en la acera de los números impares, haciendo esquina con la calle Saturnino Montojo, y luego pasó a una casa más grande en la acera contraria, su nombre era Colegio Ntra. Sra. del Carmen, conocido como el Colegio Pelele, en el que conocieron sus primeras letras muchos niños del barrio.
Algunas señoritas del barrio ayudaban en las tareas de docencia.
En la fotografía Doña Manuela, vestida de negro, directora del Colegio Pelele. De izquierda a derecha, Carmina Beltrán, Charo Beltrán (mi madre) y a la derecha, Anita Rodríguez de Lema. Las tres muchachas eran maestras del colegio.
Como curiosidad comentamos de donde le viene lo de Pelele; cuentan que durante los enfrentamientos con los franceses, un chiquillo cruzaba las líneas enemigas con gran desparpajo y facilidad, ganándose la simpatía tanto de los invasores como de los isleños. Los franceses le llamaron el Pelele ( muñeco en francés), y este apodo se transmitió de generación en generación hasta su nieto don Manuel Martínez Caballero, que llegó a regentar los astilleros del Zaporito durante la primera mitad del siglo XX. Doña Manuela Martínez Chamorro, directora del colegio como ya hemos dicho, era hija de este famoso personaje que había nacido en Puerto Real en 1871 pero que desde muy joven vivió en la Isla trabajando con su padre en los astilleros mencionados.
Hoy día, la casa que ocupó aquel colegio es una de las más bonitas de la calle, restaurada con buen gusto.
Fachada de la casa donde estuvo durante años el Colegio Pelele, anteriormente había estado en otra casa más pequeña justo enfrente de ésta y haciendo esquina con la calle Saturnino Montojo por donde se accedía a una accesoria de la casa del colegio. Aquel antiguo colegio tenía 4 aulas y en un principio estaban separados niños y niñas en diferentes aulas. Mi madre, Charo, que trabajaba allí como maestra, se ocupaba de los niños, y mi tía Carmina de las niñas. Otra de las aulas estaba a cargo de la Directora del Colegio, doña Manuela Martínez Chamorro.
Esta es la primera casa en la que estuvo el colegio Virgen del Carmen, conocido como Colegio Pelele. Hoy día tiene el número 11 pero entonces era el número 9 como indica la foto del curso 1947-48, en la que aparecen las tres maestras.
Vista de la casa desde la calle Saturnino Montojo, podemos observar la accesoria que hay en la vivienda, hoy día no están conectadas pero cuando la casa albergaba el colegio se comunicaban por un patio interior.
Fotografía de Diego Bernal Bugatto.
Imagen de google maps.
El primer nombre que tuvo la calle fue San Juan Evangelista hasta el 25 de abril de 1874. Luego pasó a llamarse con el nombre que aún mantiene y que se refiere a Luis Daoíz y Torres, nacido en Sevilla, el 10 de febrero de 1767 y muerto el 2 de mayo de 1808 en Madrid, junto a Pedro Velarde con el que había planeado un alzamiento general, que fracasó por no contar con el apoyo del gobierno. Fue militar español, destacado por esa participación en el levantamiento del 2 de mayo en la Guerra de la Independencia española.
Los dos leones de bronce que adornan la entrada principal del Congreso de los Diputados en Madrid, fundidos en la Real Fábrica de Artillería de Sevilla, reciben popularmente los nombres de "Daoíz y Velarde" en honor a ambos militares españoles. Estos leones son obra del escultor aragonés Ponciano Ponzano y Gascón y fueron fundidos en la Maestranza de Sevilla con metal de los cañones capturados al enemigo en 1886 en la Guerra de África.