jueves, 24 de agosto de 2017

CLAUSTRO DEL CONVENTO DE SAN JOAQUÍN Y SANTA TERESA DE JESÚS



El claustro es el centro en torno al cual se organizan todas las dependencias del convento. Es la pieza más bella del conjunto, considerada una espléndida obra por su equilibrio y armonía donde se supo aprovechar con maestría la luminosidad de esta tierra.  Se comenzó a construir en 1724 y se concluyó en 1730. Originalmente solo dispuso de la planta baja siguiendo el modelo usual de la orden, cuya base es el que San Juan de la Cruz construyó en Granada en 1583, donde se impuso como norma no edificar piso alto, pero en 1781 se edificó el segundo piso por necesidades de la comunidad. 
Pertenece a la nueva traza de fray Bartolomé de San Pablo, que se encargó del proyecto del nuevo convento. Este tracista supo aunar la tradición de la orden con una innegable creatividad personal, aprovechando los materiales de que disponía la comunidad gracias a la generosidad de los bienhechores. 
Se comienzan las obras del claustro bajo en priorato de fray Julián de San Joaquín (1724-1727), y corresponde al siguiente prior, fray José de la Concepción, la conclusión del magnífico claustro conventual, en el que se gastaron "tres mil quatrocientos y cincuenta pesos escudos de plata". En el coste iba incluida la decoración del mismo, que no se ha conservado, como los veintiún lienzos con la vida de San Juan de la Cruz para los lunetos y los cuatro altares con sus pinturas y frontales de jaspe. El tejado del claustro se arregló definitivamente siendo prelado fray Marcelo de San Francisco (1739-1741). 
Dos brocales de mármol con un sencillo herraje se sitúan en el centro del claustro.


Está formado por cuatro crujías que se componen de cinco arcos cada una que descansan en columnas de orden toscano de mármol blanco. Las columnas se encuentran dispuestas sobre un pedestal corrido. 


 Al exterior,  los arcos presentan una pequeña ménsula en la clave, y en las enjutas decoración de puntas de diamante. Por encima se sitúa el entablamento cuyo friso presenta sucesión de triglifos con volutas laterales, en eje con la clave de los arcos y con las columnas, y pequeños vanos circulares.


El piso alto destaca por su extrema sencillez, mostrando los parámetros tres ventanas en cada lado; se remata con una leve cornisa y la sucesión de merlones típicos de los pretiles de las azoteas de la Isla.


Cubierta de la nave central y cruz que remata el frontón de la fachada de la Iglesia. Vemos el merlón que está situado en una esquina de los pretiles del piso alto del claustro, que presenta pilar cuadrado con una pequeña moldura pintada en marrón que lo adorna; otra moldura, pintada del mismo color, más ancha, queda situada bajo la base que está rematada por un adorno terminado con una bola, como los que figuraban en la antigua fachada de entrada al convento.


El interior se cubre con bóvedas de cañón con lunetos divididas en tramos por arcos fajones, que apoyan de un lado en las columnas y de otro en una cornisa, y ménsulas de recortado dibujo geométrico. Los tramos centrales de la bóveda están decoradas con motivos geométricos de yesería. 


Altar de Santa Teresa de Jesús, Antonio M. Alías de la Torre, 1997.

En el interior del claustro se disponen cuatro altares que no han conservado su decoración original, habiéndose sustituido los frontales de jaspe por azulejos sevillanos con una cartela central donde figura la imagen del titular del altar. Las pinturas que había dentro del arco se han sustituido por murales cerámicos con la imagen del titular de cada altar.


Los altares se estructuran mediante un arco de medio punto. En la parte baja sobresale la mesa de altar que, como ya hemos comentado, al principio tuvo un frontal de jaspe que en una de las restauraciones fue sustituido por los azulejos sevillanos. 


Altar de Nuestra Señora del Carmen.


Todo el claustro está rodeado por un zócalo de azulejos con motivos geométricos de inspiración mudéjar, con escudos de la orden en los que se ha insertado el escapulario.


Escudo de la Orden en el zócalo del claustro.


Altar de San Juan de la Cruz, Antonio M. Alías de la Torre, 1997.

El frontal de los altares es idéntico en los cuatro que ocupan las esquinas del claustro, excepto por la imagen que figura en la cartela central que muestra al titular del altar.


En la restauración del claustro, realizada en 1997, siendo prior el P. Francisco J. Jaén Toscano, se ornamentaron tres de los altares con murales cerámicos que representan a San José, Santa Teresa y San Juan de la Cruz, obras de Antonio M. Alías de la Torre y que están inspirados en las imágenes del templo. En el otro altar, se ha sustituido el frontal del Carmen por una vidriera de la Patrona de la Isla.


Altar de San José, Antonio M. Alías de la Torre, 1997.


Los murales cerámicos enmarcan la imagen del titular, siguiendo el hueco de medio punto, con una moldura cerámica cargada de motivos vegetales similares a los del borde del frontal de la mesa de altar.


Cubierta de la bóveda central y nave del crucero.

El convento de San Joaquín y Santa Teresa de Jesús ocupa el centro de la Isla, así quedaba explicado en un informe elaborado en abril de 1751 por el prior fray Juan de San Andrés con vista a cumplimentar los datos solicitados por la denominada junta para la única contribución: "El sitio de este convento está colocado en el centro mismo de la Ysla por quanto dista un quarto de legua de el Puente de Zuazo y otro quarto de legua de la Alcantarilla que por la longitud de los dos extremos que la siñen: Y que por la latitud se halla dicho convento en ygual distancia de las orillas de el mar de la Baía de Cádiz, entre Poniente y Norte, y, por entre Oriente y mediodía, de el Río grande nombrado de Sancti Petri que baxa a yncorporarse con dicha Baya por el Puente de Zuazo; pero, aunque por dicha situación está en el referido centro, es, no obstante, casi el último de esto que se llama poblado porque, aunque desde el convento hasta la referida Alcantarilla ay algunas caserías bastantemente separadas unas de otras, en el conjunto de las casas es casi la última como queda expresado".



3 comentarios:

  1. Qué se puede decir. Si ya el trabajo sobre la iglesia y su contenido es una maravilla, este complemento lo termina de engrandecer y de qué manera. Soy isleño y he vivido muchos años en mi pueblo, pero no fui consciente de la belleza y el arte que tenemos en esta población, tan castigada en otros ámbitos de la vida. Solo puedo felicitar a Leonor, verdadera maestra en el arte de difundir la grandeza y contarla de una manera tan preciosa y, a la vez, tan cercana. Merecería un premio.

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  2. Y además, lo hace enamorada de su pueblo, entregando su tiempo y su esfuerzo personal a dejar constancia de tantas cosas de La Isla, que solo estamos conociendo y admirando, gracias a su trabajo formidable.

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  3. Muy buen artículo, que puedo decir, me ha retrotraído a mis primeros años de colegio y a los correazos en los dedos del Padre Tarsicio por ser zurdo.

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